Un día de estos me van a dar una medalla a la mejor publicidad de la línea 3 de Metro, pero mientras llega, me voy a permitir una serie de críticas y comentarios.

La nueva línea 3 abrió el pasado sábado 30 de septiembre con algunos (bastantes) retoques sin acabar, como ascensores o tornos de acceso. Pero eso no parecía ser un gran problema ya que se estrenó con frecuencias de 30 segundos en hora punta, con un olor a nuevo casi insoportable, y con unos trenes futuristas.

Pero el sueño no podía durar mucho y desde varios días después hasta ahora todo ha ido a peor. Ni siquiera se han abierto los ascensores. Me parece fenomenal que abran la línea antes de que esté 100% terminada para evitar más molestias, pero no me parece que se abra el apetito a la gente y luego se funcione tan mal como siempre, porque, entre otras cosas, los fallos que encuentro a día de hoy, y sin ánimo de ser exhaustivo, son los siguientes:

1. Los trenes han pasado de una frecuencia de 30 s a 2 minutos. Además, efectúan paradas de uno o dos minutos en mitad del túnel debido a que hay problemas de tráfico en Legazpi (esto es lo que me han dicho en Metro). Todo esto conlleva que la duración del viaje entre Moncloa y Legazpi pase de los escasos 20 minutos del sábado 30 de septiembre a los cuarenta de ahora.





2. Los paneles luminosos de información, la megafonía y, como es habitual en el Metro, los monitores de TV no funcionan. En algunos casos podemos encontrarnos con que la megafonía funciona pero no los letreros o al revés. El colmo me pasó un día que funcionaban los dos pero anunciaban diferentes estaciones a la que tocaba (ni si quiera iban de acuerdo). Por supuesto hablar de que funcionen las pantallas de TV del interior de los trenes es una utopía. A ver si con la nueva red WiFi de uso interno que van a poner todos estos problemas chapuceros se solucionan (gracias Fer.Filol por el enlace).



3. La rampa de acceso al tren para sillas de ruedas no funciona. Si ya es una tomadura de pelo que sólo la pongan en la primera puerta del primer coche, encima que no funcionen (salvo en casos extremos, al igual que el punto 2.) me parece despreciable. Claro que para qué se van a molestar en ponerlo si los minusválidos no pueden acceder porque no hay ascensores.



4. Tantos años de reforma integral para nada. Estarán de acuerdo conmigo en que las estaciones han quedado preciosas, pero lo que se ha hecho estos años de cierre total es una chapuza. Tan sólo se han ampliado los andenes de 60 a 90 metros, pero el rídiculo ancho de éstos, de 2.5 metros, sigue siendo el mismo, al igual que el gálibo (el ancho) de los túneles, que sigue siendo el estrecho. Podrían haberse dejado el timo del Metro Ligero para otra legislatura y haberse gastado el dinero en ampliar el ancho de los túneles y de los andenes para poder meter unidades de gálibo ancho (como la serie 8000). Si ya va el tren hasta arriba en horas punta, cuando abran la ampliación a Villaverde no me imagino la sauna que serán los trenes (algo así como la línea 6).

De todas formas, a pesar de todos estos inconvenientes, y algún otro más que me he saltado por no alargar el artículo, me parece que la remodelación ha sido para bien y que hay que tomarla con los brazos abiertos.